Desde aquel día en que vi a esa niña saliendo del hospital regresé a mi hogar y no volví a ver a los espíritus ni en la calle o en cualquier otro sitio. Ahora sueño con ellos aunque no he vuelto a ver a la niña. Pensé que me estaba volviendo loca pero durante la semana siguiente al accidente tuve constantes dolores de cabeza y mi vista estaba más nítida. Sin embargo, todo desapareció como por arte de magia cuando dejamos las islas. Siempre me pregunto si ese chico que vi sería real y, siempre que dudo, una extraña punzada en mi marca de nacimiento me confirma que lo es. Nunca me ha gustado mostrar o hablar de mi marca ya que enmarca un misterio para mí. La tengo en la parte alta de mi cuello cerca de mi oreja derecha y no es visible a simple vista. Es una serpiente mordiendo su cola, llamada Serpiente Uroboros y cada vez que intento hablar con mis padres sobre ella me evitan o cambian de tema. Sé que se llama así porque he buscado información sobre ella en internet, lo que me lleva a preguntarme porque la familia de mi padre la tiene. Trato de despejar mi mente y enviar esos pensamientos a otro lado mientras conduzco a casa de Claudie.
Hoy vuelvo a mis clases luego de esas vacaciones exprés que tuvimos y sólo con pensar en el alboroto que va a montar Claudie ya me duele la cabeza, pero aquí estoy, frente a su casa, esperando a que salga.
-¡Venuuuusss! - Esa es ella, con pleno grito a las siete de la mañana.
-Wow, amiga que bello te quedo ese bronceado, pero me preocupe muchísimo cuando llame a tu celular y no contestabas. Tuve que recurrir a tu madre y ella fue la que me conto lo que te… ¡es que ¿estás Loca?! Como se te ocurre ir a nadar tan tarde y sola.
-Claudie, por favor, no quiero sermones. Ya estoy muy confundida con lo que paso. Además no puedo sacarme a ese chico que estaba en la playa conmigo y lo extraño que fue todo. Gracias por preocuparte.
-Espera Venus, ¿un chico? Nunca me dijeron que hubiera un chico.
-Nadie excepto tu saben de él.
-¿Y porque no le contaste a mas nadie sobre él?
No podía decirle a Claudie más de lo que ya le dije, pensaría que me volví loca o podría contárselo a mis padres y me traería más problemas.
-Porque quizás ese chico que vi fue la persona que me rescato, todo esto es confuso.
Claudie se quedó calla el resto del camino al instituto pero no me quito la mirada de encima. La conozco tanto que sé que está analizando lo que le dije y me conoce tan bien que descubrirá que le mentí. Por forma en que me miró ya descubrió que le estaba mintiendo pero, justo cuando iba a decirme algo, apagué el coche y vi el reloj justo a tiempo. Mientras nos bajábamos del coche lo hacíamos en silencio y al entrar en el pasillo ya se escuchaban las voces de los alumnos apurados por llegar a sus salones.
Me volteé y vi a Claudie y me dispuse a seguir mi camino cuando me tomó por el brazo y me dijo:
- Venus, te salvas de mi interrogatorio porque ya las clases están por comenzar pero te veo en el almuerzo - y siguió caminando a su casillero.
Mientras caminaba por el pasillo vía mi primera clase, le grite:
-En la mesa de siempre.
Entré al aula, justo antes de que la señorita Claus cerrara la puerta y caminé hasta el fondo del aula a mi puesto de siempre pero, al llegar allí, estaba sentado un chico al cual no podía verle el rostro debido a que estaba escribiendo.
-Buenos días, excusez-moi pero estas en mi puesto.
El chico levanto la mirada y me perdí en esos ojos negros como la noche y mi cicatriz comenzó a arder. Me lleve la mano al sitio donde estaba para calmar el dolor, pero solo se calmó un poco cuando desvié mi mirada de los ojos de este chico.
-Disculpa, me dijo la Señorita Claus que escogiera cualquier puesto, no sabía que este era tuyo.
Y me dedico una sonrisa torcida mostrándome sus hoyuelos. Trate de mirar a otro sitio mientras decía:
-Bueno nadie tiene puestos asignados pero siempre me he sentado en el durante esta clase, aunque no importa, creo que hoy buscare otro sitio, ya va a comenzar la clase y no quiero regaños.
Con pasos vacilantes debido al dolor que sentía en mi cicatriz me dirigí hacia el otro lado del salón y me deje caer en la silla con un punzante dolor de cabeza y con mi cicatriz ardiendo como fuego puro. Algo me llamo la atención en la ventana y cuando voltee allí estaba de nuevo la niña, parpadee pero no desapareció. Aunque esta persona que veía tenía la misma cara de aquella chica, su cuerpo era ligeramente más grande como de alguien de mi edad. Quise acercarme a la ventana pero recordé que allí estaba ese chico y me arrellane más en mi silla.
Justo en ese momento la profesora comenzó la clase de mitología griega. La clase trataba de las Diosas Griegas. Esta clase me encanta y no se debe a que mis abuelos sean grecos para mí ahí algo más, como una conexión con esta cultura.
-Señorita Acquavella ¿Se encuentra bien?
-¿Ah? ¿Cómo dice?
-Que si se encuentra bien- mostraba cara de dolor y me acariciaba el cuello.
- Excusez-moi, profesora, no es nada.
-Como seguía diciendo la Diosa Venus, fue una magnifica guerrera- continuo la profesora.
Venus, me llamo igual que esa diosa griega y me encantaría ser como ella toda una guerrera independiente, pero aquí estaba en una clase, dolorida e intrigada por el chico nuevo. De nuevo volví a la realidad y justo en ese momento, en que salí de mis pensamientos la profesora le hablaba a él.
-Sr Rousseau, tiene alguna pregunta.
-Sí, ese proyecto en el cual tenemos que trabajar pronto, ¿usted asignara los compañeros?
-No, ustedes decidirán con quien trabajar.
-Muchas gracias.
En ese momento lo veía embobada y el sonrió, decidí que me concentraría de nuevo en la clase pero me fue imposible. Quería saber más de ese chico y por qué mi cicatriz comenzó a arder cuando lo vi directamente a los ojos. Transcurrieron lentamente las horas pasando al frente del aula el profesor Lore con sus clase de historia, aburrida como siempre, hasta que sonó el timbre del almuerzo.
Mientras recogía mis cosas pude ver como se acercaban a él, todas esas chicas carroñeras y él era su presa. Me apresure en salir. No quería seguir presenciando eso, hasta que sentí un jalón en mi brazo y me voltee para ver quién era. Allí estaba él, con todo su esplendor, mirándome a los ojos y aquella sensación de ardor surgiendo de nuevo. Trate de soltarme de su agarre pero no pude y él dijo:
-Tranquila, no te hare nada solo quiero conversar contigo.
-Si me soltaras el brazo quizás podríamos.
El soltó una carcajada sonora, aunque cuando voltee me di cuenta de que estábamos solos.
-¿Que deseas hablar conmigo?
-No quise lastimarte, solo quería saber si podríamos ser compañeros en ese proyecto.
-¿Por qué debería aceptar?
El uso un tono de voz serio y dijo:
-Porque no tengo con quien trabajar y tú te ves una persona agradable no como esas chicas con las que hablaba hace algunos minutos, chicas frías y vacías por dentro en cambio tu eres diferente lo sé por tu mirada.
Cuando me disponía a decir que si, apareció a mi lado la chica que había visto en la ventana todo un fantasma, los vellos de mi nuca se erizaron y ella susurro a mi oído:
-No te acerques a él, Pitaccus es peligro y destrucción.
Quede helada y con la mirada perdida, buscando como articular palabra le pregunte:
-¿Cómo te llamas?
-Pitaccus Rousseau.
Lo vi a los ojos y llena de nervios dije:
-No podemos trabajar juntos, lo siento.
Él se quedó con una mirada perdida y enojada mientras yo salía a toda prisa del aula con destino al comedor. Allí estaba de nuevo la chica a mi lado diciendo:
-Pronto te llegara la hora de luchar, Venus.